Los chicos pisaron las calles de Santiago nuevamente. No hay caso, son incorregibles, no los paró ni la lluvia, ni el frìo ni la nieve. Insisten: quieren una educación inclusiva, gratuita y sobre todo de calidad. Como toda respuesta: fogonear el miedo a un golpe. Señores, la realidad no es la misma al 73.
El genuino reclamo estudiantil no se puede fragotear de ese modo. Es un atentado a la inteligencia de los miles y miles de jóvenes que aspiran a un nivel educativo superior y a una nación más justa. Es velar por el futuro sin resignar el hoy. Los héroes ya no existen, los medios de comunicación en manos de poderosos se encargaron de licuarlos, de olvidarlos y hoy es más importante un señor bailando con una señorita semidesnuda o si un minero tiene más de una esposa que la vida misma del minero o la repetición incesante de un homicidio es más importante que la solidaridad. Se han encargado de que olvidemos a José de San Martín, Bernardo O`higgins o Simón Bolivar, los han traido al lado nuestro y los han recluido a un lugar en alguna mala película y es más importante su vida privada, sus amores o sus defectos que su labor en pos de una Suramérica Grande. Se apela al miedo a un golpe cuando en realidad lo que no se quiere reconocer es que el modelo defendido a ultranza y puesto en práctica a rajatabla se está descomponiendo y que la gente ya no come vidrio.
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