Señor presidente: está equivocado, la educación no es un bien del mercado. Es un derecho personalísimo de cada ciudadano de su país.
Disculpe usted que yo, un simple ciudadano argentino, me atreva a contradecirlo. Si en el comienzo del siglo XXI la educación en su país es una mercancía, dicha concepción, socialmente hablando, cierra únicamente con sangre. Y si de sangre hablamos usted, magnate si los hay, ya debe ir sabiendo que es en su mayoría del pueblo. Difícilmente la sangre a derramar es de las fuerzas de seguridad, las cuales cuentan con una parafernalia de armamento muy bien provisto por el mismo pueblo a quien apalean.
La educación señor presidente debe ser gratuita, obligatoria y laica: que terribles términos, que deleznables palabras deben sonar en los oidos de una elite gobernante y poderosa; que arcadas deben producir en ese histórico diez por ciento todopoderoso. Ahí van de nuevo y tápense los oidos: GRATUITA......OBLIGATORIA....y LAICA.
Vieron que si las repiten, por ahí no suenan tan mal, uno comienza a acostumbrarse y quien dice también a ponerlas en práctica.
Un saludo muy especial a la señorita Camila Vallejos desde este lado de la cordillera. Que importante es el camino que usted a marcado. Luche, no afloje. Todo un pueblo necesita de su trabajo, su lucha, su amor. Desde aquí muchas gracias.
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