En la madrugada del 30 de abril del corriente año muere el señor Ernesto Sábato. Genial escritor, gran persona, humilde argentino.
Nunca dejaremos de recordar su Sobre héroes y tumbas, su Abadón, sus ensayos extraordinarios.
Presidió la CONADEP en un momento caliente de nuestra historia, la democracia argentina estaba en pañales y Don Ernesto se jugó por la justicia y la verdad sufriendo las heridas del NUNCA MAS, desmintiendo lo de LOS ARGENTINOS SOMOS DERECHOS Y HUMANOS (frase instalada por un montón de sinvergüenzas).
En casi cien años de vida este rabioso existencialista nos enseñó desde su casita de Santos Lugares que la vida, a pesar de ser un suspiro y de un final inexorable, merece ser vivida como Él, junto a sus perros, gatos, plantas y pájaros.
Antes del fin, el maestro vio morir a su mujer y a un hijo, no tuvo forma de medir ese dolor.
Rabioso imposible, abandonó las ciencias y de lleno la literatura nunca más lo dejó para placer de muchos.
Tus letras nos dieron sustento y argumentos para pensar y discutir.
Que duda queda Don Ernesto: ya estás sentado a la mesa de los grandes y te veo dialogando junto a Borges y Cortazar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario