miércoles, 4 de agosto de 2010

EL HAMBRE DE LA SOCIEDAD RURAL

En la inauguración de la muestra 2010 de la SRA, su presidente habló de un país con más hambre.
Se vio a los asistentes entre los que se encontraban varios políticos de la oposición como aplaudían las palabras con mucho entusiasmo, a pesar de que el presidente de los ganaderos aplastaba, sin contemplación alguna con esas palabras, lo que esos políticos representaban: LA POLÍTICA.
Por parte del gobierno, acostumbrados a recibir cascotazos de la clase más pudiente y conservadora, olfateó la jugada y no se les vio el pelo por lo que el desagradable mensaje se lo tuvieron que comunicar a la distancia los medios de comunicación monopólicos de mayor venta de la Argentina.
Que mensaje del BICENTENARIO más ejemplar, cesudo, pensado, mesurado y conciliador nos dio el señor Biolcati.
Con las venas hinchadas, sus mechas al viento del Río de la Plata y siempre oliendo a bosta nos habló de su país, de su historia nacional, de su realidad. Pero este señor tuvo un instante en su discurso bulgar que es imperdonable: habló con trémula voz de la pobreza. Sentí el piedrazo en los dientes; la contracción en la boca del estómago. Este coso hablando de pobreza, de hambre. Que cara de adoquín. Que falta de vergüenza. Pegué un salto y me abalancé sobre la TV. Los presentes aplaudían, se reían pero ninguno se puso colorado ni por lo fresco de la temperatura. Este señor se timbeó en las fraces del papel que tenía en sus manos toda una historia de luchas sociales, de matanza indígena, de manos curtidas por la labor del campo, de miles de muertos por una ideología y de millones de inmigrantes con la sola ilusión de un trabajo. Este señor representa el maltrato, el golpismo, la soberbia pero sobre todo representa a quien la tiene más grande. No me cabe duda que este señor no va a tener su nombre, por lo menos en el interior, en una calle ni va a tener su estatua de bronce en alguna plaza de nuestro pueblo. Por último, este tipo con plata, se metió con nuestro Mariano Moreno y con nuestro Manuel Belgrano, tamaña insolencia. Que se cree viejo que se cree. Estos dos grandes le dieron entidad al Estado, le proporcionaron armas para defenderlo y no andaban pidiendo que el mismo se desfinanciara, se achicara hasta su mínima expresión dudando inclusive de su existencia. Me acuerdo cuando estos tipos medio raros decian que teníamos que liquidar las empresas públicas, apoyaban la dictadura más mortífera y espeluznante de nuestra historia. Con sus consejos así nos fue. Que Dios los perdone porque la Patria no los va a perdonar.